Toy Story es una de las franquicias más populares del cine contemporáneo, no sólo por su historia, sino también porque marcó un antes y después en el ámbito de la animación. Hoy, la primera entrega de la saga cumple 25 años.
Se trata del primer largometraje creado por computadora y aunque es un clásico de la cultura popular, pudo no haber visto la luz por las diferencias iniciales entre Disney y Pixar.
El 22 de noviembre de 1995 se estrenó a nivel mundial la película que daría un salto en la historia del cine. Sin embargo, la creación audiovisual necesitó casi 15 años de desarrollo y el empeño de su director, John Lasseter, quien llegó a recibir un Óscar especial por los logros pioneros en el campo de la animación generada por computador.
En 1983, Lasseter llegó a ser despedido de los estudios Disney por su interés en desarrollar proyectos basados en la informática que requerían elevados presupuestos para la época.
Pocos imaginaban que esa obsesión acabaría por inaugurar una de las sagas más exitosas de la pantalla grande, que elevó el estatus del cine animado y que evolucionaría en cuatro entregas, cada una más aclamada que la anterior.
Inicios e inspiración para Toy Story
Hasta entonces, lápiz, papel y borrador eran los únicos elementos para construir la magia en las cintas de dibujos animados, que habían alcanzado la cima del éxito con El rey león (1994) y Pocahontas (1995). Sin embargo, algo faltaba.
Mientras Disney dominaba en la industria con sus creaciones clásicas, otra compañía que nació como división informática de Lucasfilm, el estudio de George Lucas y Star Wars, llevaba años investigando la tecnología del arte por computador. ¿Su nombre? Pixar, y en ella trabajaba Lasseter.
La primera inspiración para Toy Story fue la película Tron (1982), un filme pionero en introducir la computación gráfica de manera destacada en su argumento y que asombró tanto a Lasseter que después de verla propuso a Disney un proyecto 100 % informático.
Sin despertar mucho entusiasmo, la compañía permitió que el cineasta se dedicara a dar forma a esa idea, pero su presupuesto llegó a ser más costoso que el de una película de dibujos clásica y en el estudio no vieron su sentido.
Desde ese momento, el nuevo estudio lanzó una serie de cortometrajes y campañas publicitarias en las que perfeccionó la técnica. Todo cambió hasta la creación de Tin Toy en 1988, un cortometraje que ganó el Óscar a Mejor Corto de Animación y que fue el preámbulo de Toy Story.
Con más ambición, Lasseter volvió a llamar a Disney para ofrecer un largometraje con la condición de que Pixar tuviera el control creativo. Al principio hubo rechazo de los primeros guiones por ser demasiado adultos, mientras la empresa de Steve Jobs atravesaba una situación financiera precaria.
Finalmente, tras idas y venidas, Toy Story se completó con 30 millones de dólares y un centenar de empleados. Nada comparado con los casi 800 trabajadores y 50 millones que requerían filmes como El rey león.
Toy Story revolucionó la animación.
Más allá de una proeza técnica, la película de Pixar supuso un salto enorme en estilo, profundidad y temáticas de la animación. Toy Story consiguió que el público pensara en el cine de dibujos como algo que no estaba únicamente dirigido hacia los niños.
Woody y Buzz Lightyear se convirtieron en héroes que se apoyaban en un elenco de personajes perfectamente definidos y carismáticos como el dinosaurio Rex, el perro Slinky y el Sr. Cara de Papa.
Desde aquella primera entrega hasta la cuarta estrenada en 2019, Disney obtenía y hasta el día de hoy sigue generando ganancias con la mercancía, principalmente con los juguetes. Desde Woody y Buzz con sus suelas pintadas con el nombre de Andy, hasta, por increíble que parezca: Forky, el personaje tenedor de Toy Story 4. Éxito total.
Fue un estilo que marcó las señas de identidad de Pixar y elevó el estatus de películas de dibujos animados como Bichos (1998), Monsters, Inc. (2001), Buscando a Nemo (2003) y las tres continuaciones de Toy Story, las cuales deben su empeño a unos animadores que a pesar de dudar en un principio, decidieron cumplir con eso de «¡Al infinito y más allá!».
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